Conferencia de Prensa del Santo Padre Benedicto XVI a bordo del avión en el vuelo hacia Madrid
Jueves 18 de agosto de 2011
Diría que estas JMJ son un signo, una cascada de luz, dan visibilidad a la fe, visibilidad a la presencia de Dios en el mundo, y dan así la valentía para ser creyentes. Con frecuencia, los creyentes se sienten aislados en este mundo, casi perdidos. Aquí ven que no están solos, que hay una gran red de fe, una gran comunidad de creyentes en el mundo, que es hermoso vivir en esta amistad universal. Y así, me parece, nacen amistades que superan las fronteras de las diferentes culturas, de los diferentes países. Este nacimiento de una red universal de amistad, que une al mundo con Dios, es una realidad importante para el futuro de la humanidad, para la vida de la humanidad de hoy. Naturalmente la jmj no puede ser un acontecimiento aislado: forma parte de un camino más grande. Debe ser preparado por este camino de la cruz que transmigra a diferentes países y ya une a los jóvenes con el signo de la cruz y con el maravilloso signo de la imagen de la Virgen. De este modo la preparación de la JMJ, mucho más que una preparación técnica de un acontecimiento con muchos problemas técnicos, naturalmente; es una preparación interior, un ponerse en camino hacia los demás y, juntos, hacia Dios. Y así se crean grupos de amistad. Este contacto universal abre las fronteras de las culturas y de los contrastes humanos y religiosos, y de este modo se convierte en un camino continuo, que después lleva a una nueva cumbre, a una nueva JMJ. En este sentido, me parece que la jmj debe considerarse como un signo, como parte de un gran camino: crea amistades, abre fronteras y hace visible que es bello estar con Dios, que Dios está con nosotros.
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