Han pasado ya 30 años desde la Pascua del año 1984, cuando Juan Pablo II, con un gesto sumamente profético, entregó a los jóvenes la Cruz del Año Santo de la Redención y pronunció estas emocionantes palabras: «Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo, os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención». Es precisamente este gesto tan simbólico que está en el origen de las Jornadas Mundiales de la Juventud. El papa Wojtyła había escogido – y esta es su gran apuesta – poner en el centro de las Jornadas Mundiales de la Juventud la cruz de Cristo. Él había entendido en seguida que es Jesucristo a quien buscan los jóvenes, y al Señor se le encuentra sobre todo en el corazón del misterio pascual, es decir en su muerte y su resurrección. Por ello, no es casualidad que como fecha de la celebración anual de la JMJ él haya indicado el Domingo de Ramos, que abre la Semana Santa.
El Domingo de Ramos de este año, al final de la celebración eucarística presidida por el papa Francisco, les toca a los jóvenes brasileños hacer entrega de la Cruz de las JMJ a los jóvenes polacos. En julio de 2016, será Cracovia quien acogerá el Encuentro mundial de los jóvenes de todo el mundo en torno al Sucesor de Pedro. Después de 25 años, ¡la JMJ vuelve a Polonia! El Santo Padre eligió para esta cita con los jóvenes un tema sacado de las Bienaventuranzas evangélicas: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7). La divina misericordia es, sin duda, un tema prioritario en el magisterio del papa Bergoglio. En Cracovia, los jóvenes estarán llamados a descubrir el rostro de Jesucristo – el Hijo de Dios muerto y resucitado por nosotros.
La JMJ de Cracovia 2016 será también una Jornada en acción de gracias de parte de los jóvenes de todo el mundo por el don de la canonización de Juan Pablo II. Será una preciosa ocasión para recordar a los jóvenes la figura de este gran Pontífice, protagonista indiscutible de eventos transcendentales, que han surcado profundamente no sólo la vida de la Iglesia, sino también la del mundo contemporáneo. El Papa fundador de las JMJ ha sido el gran amigo de los jóvenes: se fiaba de ellos y veía en ellos los grandes aliados indispensables en el proyecto de la nueva evangelización. ¡A cuántos jóvenes del mundo ha guiado en el descubrimiento de Cristo “Camino, Verdad y Vida”! La de Cracovia será, por ello, una JMJ muy especial en la que Juan Pablo II regresará entre sus jóvenes como Santo Patrono, como un Amigo en el cielo, de quien se pueden fiar, un Amigo que continuará infundiéndoles ánimo y esperanza con su insistente invitación: “¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!”
