Ser cristianos en la gran ciudad: el testimonio de Giorgio La Pira …

Lapira

Encontrar a Dios en el corazón de la ciudad: escenarios de evangelización para el tercer milenio” fue el tema de la última Asamblea plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos, durante la cual intentamos descubrir el verdadero rostro de las grandes ciudades hodiernas; en ellas, los protagonistas indiscutibles de la evangelización son los laicos. En la ciudad se abre un enorme espacio para la misión profética de los cristianos: es decir, ser sal de la tierra y luz del mundo, ser aquella levadura evangélica que transforma la realidad urbana desde adentro. Como en los tiempos de San Pablo, también hoy la ciudad se presenta como un gran areópago en el cual los cristianos estamos llamados a anunciar a Cristo. Nuestra tarea particular es dar un alma a la ciudad, humanizar la cultura urbana. Y ello significa promover y defender la dignidad de la persona humana y sus derechos inalienables; es decir hacerse cargo y volverse voz de todos los pobres, los excluidos, los marginados, los abandonados – los que son verdaderos “deshechos” humanos de las periferias urbanas, pero que son destinatarios privilegiados del anuncio evangélico; quiere decir crear lugares de encuentro, de comunión y de diálogo que ayuden a la gente a salir del propio aislamiento, a superar las propias cerrazones egoístas y la propia indiferencia; crear lugares que sepan transmitir la “mística” de vivir juntos, donde cada uno – también los más pobres – tienen algo precioso que dar a los otros…

Además, ser el alma de la ciudad quiere decir, para nosotros cristianos, participar en modo activo y responsable en la vida de los condominios, de los barrios en los que vivimos, participar también a nivel institucional. Estamos llamados a ejercitar, de modo responsable, nuestro derecho al voto en las elecciones de alcaldes, de consejos comunales; hoy en cambio se está difundiendo una peligrosa desafección de la gente hacia la política que la mayor parte de las veces se expresa en una masiva abstención del voto tanto en las elecciones políticas como en las administrativas. Es necesario entonces que los ciudadanos, y en particular los ciudadanos cristianos, no deserten este campo y, en la valoración de los programas políticos que se proponen, se dejen guiar por los criterios de la Doctrina social de la Iglesia. Por otro lado, a quien asume un rol de gobierno en nuestras ciudades, debemos recordar que su tarea prioritaria y exclusiva es servir a los ciudadanos y al bien común de la entera comunidad y no apropiarse del poder que le es dado y del que a menudo se abusa. Los medios nos informan casi cotidianamente de demasiados escándalos: corrupción, malgasto, tantas expresiones de mal gobierno. ¡Escándalos que lamentablemente comprometen no raramente también a políticos que se declaran católicos!

Creo que puede ser de gran ayuda conocer figuras de cristianos laicos que han tenido la valentía de dar testimonio profundo de su fe en el ejercicio de una función pública. Pensemos por ejemplo en Giorgio La Pira (1904 – 1977), profesor universitario, diputado, alcalde de Florencia en los años cincuenta y sesenta, pero sobre todo un cristiano de coherencia inaudita – del que se ha abierto en 1986 el proceso de beatificación. Para La Pira ser cristiano no era un accesorio, sino el centro de gravedad de toda su vida. Decía: «Mi vocación es una sola, diría estructural: con todas las deficiencias e indignidades que se quiera yo soy, por gracia del Señor, un testigo del Evangelio: mi vocación, la única, ¡es solo ésta! Bajo esta luz debe considerarse mi “extraña” actividad política»1. Y ¿qué cosa era la ciudad para este alcalde de Florencia? «Para el cristiano – decía – […] la ciudad no es solamente el fruto de la evolución histórica del hombre, sino el modelo de vida previsto por Dios desde la eternidad. Un modelo de vida que comienza a realizarse en el curso de la historia, en el tiempo del “ya pero todavía no”. Nuestras ciudades, iconos terrenos de la Jerusalén celestial, se realizarán a sí mismas en la medida en que se acerquen a su modelo escatológico»2. Su mirada de la ciudad fue entonces una mirada de fe y al mismo tiempo, fue inspirada por su evidente personalismo: «Ciudades construidas según la verdadera medida del hombre, centradas en la catedral, enraizadas en las tiendas, unidas en las plazas, verdaderas grandes casas del hombre».3

Su opción preferencial como alcalde de Florencia fueron siempre los pobres: «Un alcalde que por miedo de los ricos y de los potentes abandona los pobres – desalojados, despedidos, desempleados y demás – es como un pastor que por miedo del lobo abandona su grey»4. Y explicaba esta opción preferencial de modo muy concreto: «El Evangelio es claro: en la opción entre ricos y pobres; entre potentes y débiles, entre opresores y oprimidos; entre los despedidos y los que despiden; entre los que ríen y los que lloran; nuestra opción no vacila: estamos decididamente de parte de los segundos. Y el por qué es evidente: porque donde hay un pobre aplastado, donde hay un débil abatido, donde hay un oprimido, ofendido, donde hay uno que sufre, ahí está el Señor: y donde está el Señor, ¡ahí estamos nosotros! Y lo estamos firmemente.»5 Y precisaba: «Es mi deber fundamental: si hay uno que sufre yo tengo un deber preciso: intervenir de todos los modos posibles con toda la sagacidad que sugiere el amor y que ofrece la ley, para que ese sufrimiento sea disminuido o calmado. ¡No hay otra norma de conducta para un alcalde en general y para un alcalde cristiano en especial!»6 Y decía: «Mi vocación es una sola, estructural, no renunciable, no modificable: ser testigo de Cristo, ¡por pobre e infiel que yo sea! Me pueden arrestar: pero no traicionaré jamás a los pobres, a los indefensos, a los oprimidos: no añadiré al desprecio con que son tratados por los potentes, el olvido o el desinterés de los cristianos.»7 Ha pasado más de medio siglo desde cuando estas palabras han sido pronunciadas, pero tienen todavía la fuerza de sacudir las consciencias. Giorgio La Pira fue un cristiano coherente, un hombre que tomó en serio el Evangelio optando por vivirlo “sine glossa”, de modo radical y sin descender a compromisos. Llama profundamente la atención la sorprendente sintonía entre estas palabras de La Pira y lo que hoy nos dice el Papa Francisco a propósito de los pobres, es decir, que justamente en nuestra relación con ellos se juega nuestra credibilidad como cristianos.

Card. Stanisław Ryłko

1 Ipotesi di lavoro su testi di Giorgio La Pira, a cura di Caritas Italiana e Rerum Rete Europea Risorse Umane (collana PhonoStorie), Edizioni San Paolo 2014, p. 33.

2 Giordano Frosini, Babele o Gerusalemme? Teologia delle realtà terrestri: I. La città, Edizioni Dehoniane Bologna 2007, p. 128.

3 Giordano Frosini, Babele o Gerusalemme?, op. cit., p. 116.

4 Ibidem, p. 130.

5 Ipotesi di lavoro su testi di Giorgio La Pira, op. cit., p. 26.

6 Ibidem, p. 27.

7 Ibidem, p. 33.

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