“Lánzanos a la aventura de la misericordia”

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La segunda jornada del viaje del Papa a Polonia comenzó con una visita no programada. Temprano, antes de partir para Częstochowa, Francisco quiso visitar al cardenal Franciszek Macharski, sucesor de Wojtyła en la cátedra de Cracovia, muy amado por el pueblo polaco, y hoy gravemente enfermo.

Seguidamente viajó al Santuario de Częstochowa, donde el papa Francisco pasó un tiempo rezando delante de la imagen de la Virgen Negra para celebrar a continuación – junto a todos los 130 obispos polacos y numerosos sacerdotes, en presencia de las autoridades polacas y unos cientos de miles de fieles – la misa en acción de gracias por el 1.050º aniversario del bautismo de Polonia.

Durante la misa hubo un momento de conmoción cuando el Papa estaba incensando el altar, pues había un escalón que no se veía por estar cubierto con una alfombra roja. Aquí el Papa se cayó, pero inmediatamente se levantó sin consecuencia alguna.

“Escuchar, comprometernos y hacernos cercanos, compartiendo las alegrías y las fatigas de la gente, de manera que se transmita el Evangelio de la manera más coherente y que produce mayor fruto: por irradiación positiva, a través de la transparencia de vida”. Es el compromiso entregado a los polacos durante la misa en Jasna Gora. “Pensando en el don de un milenio abundante de fe, es bello sobre todo agradecer a Dios, que ha caminado con vuestro pueblo, llevándolo de la mano y acompañándolo en tantas situaciones”, en referencia a la turbulenta historia de Polonia. “Es lo que siempre estamos llamados a hacer, también como Iglesia”.

Mientras tanto, los peregrinos, que están alojados en las iglesias de Cracovia y alrededores, han vivido la segunda catequesis sobre el tema: “Dejarse tocar por la misericordia de Cristo”, preparándose seguidamente para acoger al Santo Padre.

“Queridos jóvenes, muy buenas tardes.Finalmente nos encontramos”. Después del prólogo de la tarde precedente con los jóvenes italianos, son estas las primeras palabras que el Papa dirige a los jóvenes, unos 700 mil reunidos en el Parque Błonia no obstante la lluvia, en el día del ingreso oficial en su segunda Jornada Mundial de la Juventud, después de la de Río de Janeiro tres años atrás.

“En esta, su tierra natal, quisiera agradecer especialmente a san Juan Pablo II, que soñó e impulsó estos encuentros.Desde el cielo nos está acompañando, viendo a tantos jóvenes pertenecientes a pueblos, culturas, lenguas tan diferentes con un solo motivo: celebrar que Jesús está vivo en medio nuestro”. “¡Qué mejor oportunidad para renovar la amistad con Jesús que afianzando la amistad entre ustedes! ¡Qué mejor manera de afianzar nuestra amistad con Jesús que compartirla con los demás!”. Y las palabras dedicadas al sentido de la fiesta:“¡Qué mejor manera de vivir la alegría del Evangelio que queriendo ‘contagiar’ la Buena Noticia en tantas situaciones dolorosas y difíciles!”.

“Queridos jóvenes, en estos días Polonia, esta noble tierra, se viste de fiesta; en estos días Polonia quiere ser el rostro siempre joven de la Misericordia”, dijo el Papa y añadió: “Desde esta tierra con ustedes y también unidos a tantos jóvenes que hoy no pueden estar aquí, pero que nos acompañan a través de los diversos medios de comunicación, todos juntos vamos a hacer de esta jornada una auténtica fiesta jubilar”. Y recordó: “Jesús es quien nos ha convocado a esta 31ª Jornada Mundial de la Juventud; es Jesús quien nos dice: ‘Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia’. Bienaventurados aquellos que saben perdonar, que saben tener un corazón compasivo, que saben dar lo mejor de sí a los demás”.

“¿Quieres una vida plena? Empieza desde este momento por dejarte conmover. Porque la felicidad germina y aflora en la misericordia; esa es su respuesta, esa es su invitación, su desafío, su aventura: la misericordia. La misericordia tiene siempre un rostro joven; como el de María de Betania sentada a los pies de Jesús como discípula, que ama escucharlo porque sabe que ahí está la paz. Como el de María de Nazaret, lanzada con su ‘sí’ a la aventura de la misericordia, y que será llamada feliz por todas las generaciones, llamada por todos nosotros ‘la Madre de la Misericordia’.Entonces, todos juntos, ahora le pedimos al Señor: ‘¡Lánzanos a la aventura de la misericordia!’. YFrancisco exclamó: “Lánzanos a la aventura de construir puentes y derribar muros (vallas y redes); lánzanos a la aventura de socorrer al pobre, que se siente solo y abandonado, que ya no le encuentra sentido a su vida”. “Impúlsanos,como María de Betania,a la escucha de aquellos que no comprendemos, de los que vienen de otras culturas, otros pueblos, incluso de aquellos a los que tememos porque creemos que pueden hacernos daño. Haznos volver nuestro rostro, como María de Nazaret con Isabel, que volvamos nuestro rostro sobre nuestros ancianos, sobre nuestros abuelos para aprender de su sabiduría”. “¿Ustedes hablan con sus abuelos?”les preguntó. “Busquen a sus abuelos, ellos tiene la sabiduría de la vida”. Y concluyó con la oración: “Señor,envíanos a compartir tu Amor Misericordioso. Queremos recibirte en esta Jornada Mundial de la Juventud, queremos confirmar que la vida es plena cuando se la vive desde la misericordia, que esa es la mejor parte, que nunca nos será quitada”.

Apenas había regresado al arzobispado, el papa Francisco se asomó por la ventana, la misma de Juan Pablo II, y dijo: “No es fácil comprometer la vida para siempre. Hay que tener coraje. Y los felicito, porque ustedes tienen coraje”. Este es el homenaje del Papa a las parejas de recién casados, a quienes se dedica el saludo de esta tarde, pronunciado espontáneamente y en español. “Tres palabras” para “vivir la vida de matrimonio” cristiano, porque no es por un tiempo limitado, sino que “es para siempre”. “Permiso, gracias, y perdón”. “Cuántas veces el marido le tiene que decir a la mujer ‘gracias’.  Y cuántas veces la esposa le tiene que decir al marido ‘gracias’”, exclamó el Papa, volviendo a una tema muy querido por él. “Agradecerse mutuamente. Porque el sacramento del matrimonio se lo confieren los esposos, el uno al otro. Y esta relación sacramental se mantiene con este sentimiento de gratitud”. Por último, “’perdón’, que es una palabra muy difícil de pronunciar”. Pero “saber reconocerla y pedir disculpas, pedir perdón, hace mucho bien” al matrimonio. Con el gesto de acariciarse la mejilla quiso decir: sólo este gesto es suficiente para hacer las paces entre los dos esposos.

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